He intentado cambiar de tema, pero me parece una falta de responsabilidad de mi parte. No es sólo la indignación, la sorpresa, la preocupación como ciudadano sino también la curiosidad intelectual por descubrir y desentramar el hecho de que un equipo de fútbol al perder un partido genere en sus hinchas comportamientos animales. Sea el momento para dejar en claro que nada tengo en contra de este legendario deporte.
Quiero encontrar una explicación creativa a ese fenómeno de la violencia en los estadios. Una explicación que no hayamos considerado, pero que desde mi creatividad e inocencia aporte otro ángulo, otra visión.
Voy a ponerme en situación. Estoy en un clásico paisa y mi equipo pierde 2 goles a cero. He ahorrado para comprar esta boleta. Ciertamente me he privado de otras alternativas de entretenimiento para estar aquí gritando y empujando a los once elegidos que llevan el color de mis amores. En mi tiempo libre (que es considerable) practico el mismo deporte y por esa razón tengo autoridad para opinar. Estudio en un colegio y soy menor de edad. Leo poco.
Estoy definiendo mi personalidad. Sé que vivo en un país con conflictos, pero no logro entenderlos aún; pero dicho sea de paso, ¿Quién los entiende? Cuando veo noticias, cuando converso con mis amigos y cuando veo mi ciudad siento decepción por la injusticia campante. Eso me genera insatisfacción. Mi vida no es muy compleja y no tiene muchos componentes. Sólo aquellos a los que tengo acceso.
Necesito héroes pero no los veo en la política, ni en el colegio. Soy grande para saber que superman no existe. No tengo modelos cercanos, salvo Juanes; pero yo no sé cantar. Sólo acompaño con mis silbidos sórdidos a quienes me representan, a los 11 que batallan en la cancha contra la superioridad del otro equipo o contra las vicisitudes que genera el pícaro de negro.
El partido finaliza y por cualquiera de las anteriores razones perdí. Me frustro. Mi estado anímico es como un barco en altamar que desorientado está a merced de las corrientes; de igual manera dependo yo del desempeño del score. De alguna manera muchas cosas pierden su sentido y el sinsentido -como ustedes sabrán- es insostenible.
Pierden valor mis madrugadas, mi esfuerzo, mi tiempo y mi voz. Y eso a todas luces es injusto. Debo reaccionar para cambiar esa situación. Debo aplicar un poco de fuerza para lograr un balance, un balance interior. Debo dar salida a mi frustración. Si no lo hago acá en el estadio, ya no tendré luego otra posibilidad de hacerlo y me ahogará. Quisiera tener un tablero gigante para escribir lo que pienso, sobre el partido y sobre otras cosas más, aunque como el futbol, sean elementales. Quiero ser escuchado y quiero que al menos una vez, alguien me rinda cuentas.
Durante la semana cuento con muchas instancias que me evalúan y por momentos me señalan. Hoy es mi día. Es el día del balance. Hoy señalaré y jugaré a juzgar. Seré Juez. Hoy es el momento en el que no soy juzgado sino que puedo juzgar, aunque tenga que pagar una boleta. Es el momento en el que quiero que me escuchen y en el que veo cómo mi vida es importante y puede generar cosas, aunque sean malas. Es mi posibilidad de salir del anonimato. Espero me entiendan, sólo me dedico a esto…